Malvinas: la boda que abrió un debate legal
Un ex combatiente se casó en las islas y el país no reconoce el acto
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Carlos Azuaga y Claudia Fuertes posan después de casarse en la bahía de Puerto Argentino Foto: AFPJuan Pablo Morales
LA NACION
Durante la guerra, Carlos corría ocho kilómetros todos los días por el barro pastoso para llegar hasta las trincheras. Llevaba comida y volvía con heridos. Lloraba con la camilla en la mano, asustado por el estruendo de las bombas y el alarido de los conscriptos. Muchas veces tuvo que elegir a quién salvar.
Cada noche de los siguientes 27 años, Carlos durmió perseguido por los recuerdos. Hasta hace nueve, cuando una tarde creyó encontrar la forma de hundir las pesadillas. Se lo confesó a su mujer: "Claudia, quiero que nos casemos en Malvinas". Sentía que así podía cambiar "una memoria de muerte por otra de amor".
Hace 15 días, Carlos Azuaga y Claudia Fuertes cumplieron el sueño. Se casaron en la oficina gubernamental de Town Hall, en Puerto Argentino, después de siete meses de trámites. De vuelta en casa, hoy tienen un certificado de matrimonio, pero escrito en inglés y firmado por las autoridades de unas islas que la Argentina considera usurpadas. El más curioso desafío al debate por la soberanía de las islas.
"Yo fui a cerrar mi historia y mi dolor. Nunca pensé que podía tener consecuencias políticas", confesó ante La Nacion Azuaga, el personaje de la historia que ayer reveló la agencia AFP. En el Gobierno sienten la contradicción de la disyuntiva. "La Argentina no puede reconocer la autoridad que los casó porque mantiene una disputa por la soberanía", aseguró una fuente oficial. Pero admitió que "se utilizaron todos los mecanismos legales previstos".
Cuando terminó la guerra, Carlos prometió que algún día iba a volver a las Malvinas. Durante años pensó cómo y cuándo. Intentó acercarse al sueño buscando isleños por Internet. Conoció entonces a Tony Blake, uno de los más influyentes empresarios locales. Se hicieron amigos. Juntos planearon el viaje. Fue su esposa, Mariela, la que habló de "casamiento". A Carlos lo contagió la idea.
"Vos estás loco", sonrió Claudia cuando escuchó la propuesta. Carlos preguntó qué trámites tenían que hacer. La respuesta fue un extenso correo electrónico. Debían incluir desde documentos y partidas de nacimiento con traducciones legalizadas hasta certificados de trabajo y boletas de impuestos y servicios de los últimos dos años, de ellos y de sus padres. Todo con sellos incluidos del Ministerio del Interior y de la Cancillería.
Tardaron siete meses en juntar todo. El 8 de octubre pasado, el gobernador de Malvinas, Alan Huckle, autorizó el casamiento. La fecha del casamiento era el 16 de noviembre.
Azuaga se sintió parte de un milagro el día que pisó las Malvinas. Se emocionó cuando se encontró con un ex combatiente devenido en pastor evangélico que le prometió bendecir el casamiento, se le cayó una lágrima cuando se enteró que en el mismo vuelo iba un compañero de regimiento que había combatido con él. Se reencontraron en el mismo aeropuerto donde se habían visto por última vez.
"Válido en todo el mundo"Todos estuvieron en la ceremonia. Blake y su esposa, el cura evangélico, el compañero de regimiento. El juez intentó ser claro cuando firmaron los documentos: "El apostillado de La Haya le da validez a este certificado en todo el mundo". Carlos sintió que cerraba una etapa de su vida.
Pero en la Argentina no todos pensaban lo mismo. "Ese soldado no tendría que haberse casado allí. Porque así reconoció la autoridad local y puso en problemas al Gobierno", objetó Nelly Minyersky, profesora de Derecho Civil de la UBA, citada por AFP. "El casamiento debería ser válido porque se celebró según las leyes que rigen en el lugar, sea territorio argentino o extranjero", añadió Jorge Davis, profesor de Derecho Internacional en la Universidad Católica.
A Azuaga no le preocupa. Se dejó sorprender cuando la familia Blake le organizó una fiesta. Había invitado por Facebook a todos los habitantes de la isla. Lo recibió con una torta gigante. Lo hizo conocer a ex combatientes ingleses. Se pidieron perdón por la guerra. Se abrazó otra vez con su antiguo compañero de regimiento, que estaba en Malvinas para promocionar a The Draytones, la primera banda de rock anglo-argentina que se presentó en las islas. Esa noche tocaron para él en su casamiento.
Durante una semana, Carlos le mostró a Claudia el pozo donde se había refugiado, el barro pastoso donde había arrastrado la camilla, los montes donde caían las bombas, las colinas donde había intentado salvar a sus compañeros. Sentía que estaba cerrando la historia que iba a cicatrizar las heridas. Todo con su certificado de matrimonio. Su primer recuerdo feliz en las Malvinas.
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