De costumbres sencillas, apegada a su familia, a su hermana Mariana y a su abuelo con quien todas las tardes compartía la merienda, muy dedicada al estudio y a ocuparse de que sus seres queridos estuvieran bien, Agostina Mazzina era una de esas adolescentes que sabía qué quería hacer de su vida en los próximos años y no escatimaba esfuerzos para lograrlo. Quería ser médica forense según le había dicho a su mamá en innumerables oportunidades y tenía un sueño tan inocente como al parecer era ella; conocer al delantero goleador de Boca Juniors, Rodrigo Palacio.
Todo eso y mucho más era Agostina Mazzina, la adolescente que fue asesinada el 1 de febrero pasado, apenas unos 11 días después de haber cumplido 17 años. Las 20 puñaladas provocadas por un psicópata que en la madrugada del fatídico domingo ingresó a la pieza de la adolescente por la ventana del primer piso de su vivienda en Fernández Oro, pueden haberse llevado el cuerpo de la joven, pero no el vívido recuerdo que su familia tiene de ella.
«Agostina era todo ‘puedo, permiso’ Siempre estaba atenta al detalle, a los buenos modales, era extremadamente ordenada, nos organizaba la vida a todos, estaba llena de proyectos y siempre se sentía bien; tenía su sueño de irse dentro de un año a estudiar a Córdoba, ya que como una ironía quería estudiar para ser médica forense; amaba la Justicia. Por eso yo creo que desde el cielo ella se va a encargar de que se haga Justicia por lo que le pasó». Así la madre de la joven asesinada en Fernández Oro describió a su hija de 17 años.
Doris y Patricia, la mamá y la tía de Agostina, rompieron el silencio ayer para referirse a una joven llena de proyectos, de vitalidad, a una persona tan apreciada por la comunidad de Fernández Oro y sus amigos que aún hoy, nadie puede salir del estupor por lo que le ocurrió.
Durante las dos horas que duró la entrevista con La Mañana, Doris mostró una gran fortaleza sin poder ocultar el dolor que por momentos se hizo llanto, al recordar las situaciones más emotivas en la vida de su hija. «Me costó mucho criarlos a los tres; su papá se fue cuando ellos eran muy chicos y seguimos los cuatro juntos con el acompañamiento de mis padres, mi hermana y ahora no la tengo más», expresó Doris.
La muerte de un hijo es tan antinatural que revierte la vida de los padres como seguramente ningún otro hecho.
«No hay consuelo para esto; uno sigue adelante porque tiene otros hijos y porque quiere que se haga Justicia. Nosotros no queremos que se olviden de Agostina, queremos que esté siempre presente. Yo sé que ella desde el cielo va a guiar para que se esclarezca lo que le pasó», señaló su madre. «Yo sé que para todos los padres sus hijos son especiales, pero Agostina realmente lo era, era especial, como me dijo el papá de un compañero de escuela de ella, Agostina era un sol», dijo Doris.
Mujer valiente
Yael, el segundo nombre de la adolescente asesinada, significa en hebreo «mujer valiente» y también es un ángel. Ese significado que llevó a sus padres a elegir el nombre cuando Agostina nació es el que hoy sostiene la esperanza de su mamá. «Yo sé que por haber sido una mujer valiente ella desde el cielo guió la investigación», refirió Doris.
Agradecimientos
Doris y Patricia no escatimaron palabras al momento de agradecer profundamente el acompañamiento de la comunidad y ponderar el trabajo de la Policía y Justicia. «Mucho se crítica a la Policía y a la Justicia pero en nuestro caso sólo podemos destacar el acompañamiento, el rápido accionar, el respeto con el cual nos trataron, la humanidad de la jueza, la fiscal, los secretarios, cada uno de los policías, la asesora de Menores, los psicólogos, médicos, asistentes sociales; todos aquellos que estuvieron con nosotros», dijeron la mamá y la tía de la adolescente.
«Vamos a estar toda la vida agradecidos a todos los vecinos que se acercaron a nosotros, a los papás de los alumnos, a gente que no la conocía, a los 13 profesores que tenía en el colegio, y a otros docentes. A mucha gente que ni siquiera estaba en Fernández Oro, algunos estaban de viaje, y se vinieron a la zona para estar con nosotros» finalizó Doris.
Agostina Mazzina fue sepultada en el cementerio de Fernández Oro, la ciudad en la cual nacieron su madre, su abuelo, ella y sus hermanos. Con ella se llevó todos sus sueños y una personalidad «especial» para aquellos que la conocieron.
Fuente de la Mañana de Cipolletti